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Los militares y marinos chilenos recibieron la última década del siglo XIX en un ambiente lleno de inquietudes e incertidumbre. En esta, un grupo de jóvenes ingresaba a la Escuela Militar y Naval, los que más tarde darían mucho que hablar, los cadetes Marmaduke Grove Vallejos, Francisco Javier Díaz, Carlos Ward y Carlos Ibáñez del Campo.
Atrás habían quedado ya las acciones de la guerra del Pacífico y lejos de vanagloriarse con las victorias obtenidas, algunos uniformados se entregaron a la tarea de iniciar un profundo período de reflexión. Repasaron los éxitos y los fracasos, las falencias, los excesos y las dificultades vividas. Estos pensamientos los reflejaron en las publicaciones militares y en los círculos Militar y Naval.
Se inició así un período que se ha denominado “Profesionalización y Política”, el que comienza con la guerra civil de 1891 y que culmina con el primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo. La influencia alemana en el Ejército y la británica en la Armada se hizo intensa y marcó una nueva impronta en el primero. El nuevo modelo militar concitó la atención en los países de la región, quienes solicitaron misiones militares y navales para replicarlo.
Las tensiones vecinales especialmente con Argentina (1898) y Perú (1920) colocaron a prueba el nuevo modelo, que consideró una nueva orgánica y la llegada de armamento y buques desde Europa que permitieron una adecuada disuasión.
La Primera Guerra Mundial exigió un importante despliegue tanto a la Armada como al Ejército para preservar la neutralidad a la que se comprometió Chile. Las acciones llegaron a las aguas nacionales.
Durante el período se crearon dos nuevas instituciones Carabineros de Chile y la Fuerza Aérea Nacional. Ambas generaron controversias que el tiempo fue acallando. La ausencia de una adecuada política de defensa generó algunas diferencias entre las instituciones que se mantuvieron durante todo el siglo XX.
En lo político, el Centenario de la República dejó en evidencia el ambiente intelectual que se vivía, en este contexto las críticas que se hacían a las instituciones armadas no faltaron. La crisis del sistema parlamentario generó que la política se inmiscuyera en los cuarteles y que los militares participaran en ella.
En el período, los militares fueron empleados por los diferentes gobiernos en tareas de policía ajenas a su rol, las que fueron cumplidas con rigor, generando reacciones hostiles.
